Hay lugares en el mundo que te transportan muy, muy lejos.
Rincones que, a pesar del turismo, conservan un “no sé qué” que se siente nada más poner un pie en ellos.
Es algo que no se puede tocar pero está en el ambiente.
Se llama magia y Hoi An está llena de ella.
¿Quieres sentirla?
Continúa leyendo y dale al PLAY. Nos metemos en la vida de una quinceañera vietnamita en el Hoi An de hace 300 años.
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Canción tradicional vietnamita -00:00
Te despiertas emocionada.
Hoy es un día especial en Hoi An-pho, o Faifo, como la llaman los comerciantes franceses que transitan por el puerto. Llegan nuevos barcos desde Europa y quizá vuelvas a ver a aquel hombre de ojos azules con el que te cruzaste en la pagoda del puente japonés.
Te levantas de un salto y te vistes con tu nuevo ao dai, realizado en seda de la mejor calidad. Hoi An es uno de los puertos fluviales más importantes de la Ruta de la Seda y a tu casa llegan las mejores telas de todo Asia.
Perteneces a una de las familias de comerciantes más conocidas de la ciudad, la familia Quan Thang. Cada dos o tres meses, el salón se llena de hombres blancos que durante varias horas hablan, hablan y hablan con tus hermanos y tu padre en un idioma incomprensible mientras tú te dedicas a observarlos desde el umbral de la puerta. Tu padre no ve con buenos ojos cómo miras a esos “blancos con ojos de sapo”, como él los llama.
Justo antes de salir por la puerta trasera alcanzas con la mano el non la para protegerte del sol abrasador. No entiendes por qué un sombrero cónico fabricado con hojas de caña provoca tanta curiosidad entre los hombres europeos, ¡y menos aún que se lo pongan! ¡El non la es un sombrero para mujeres! Psss, extranjeros…
Postureo vietnamita
Recorres a toda velocidad la distancia que separa el patio trasero de la casa con la calle con la esperanza de que ningún criado, y menos aún tu padre, te pille en plena huida.
Llegas hasta el puente japonés con la respiración entrecortada. Te alivia pensar que, bajo la cubierta de madera, la temperatura desciende varios grados. El puente fue construido por los japoneses sobre el curso del riachuelo Sông Thu Bồn hace muchísimos años y, según cuentan los más mayores, con él mejoró la comunicación de los barrios con el puerto y el comercio de la ciudad de una forma casi milagrosa.
Entras en el pequeño y oscuro templete adosado al puente. Un espacio en el que los marineros y comerciantes se reúnen para pedir a Tran Vo Bac, dios de tiempo y los cambios climáticos, que los proteja de las tormentas y tempestades.
Allí lo viste hace 2 meses cuando te dirijías a casa desde el vecino barrio chino. Arrodillado sobre el suelo de madera, absorto en sus plegarias a un dios ajeno a su cultura. En un primer momento a penas le prestaste atención. Te pareció un blanco más intentando integrarse en la cultura local con el propósito de caer en gracia a los comerciantes locales y por ende, comprar y vender a mejor precio. Pero, justo en ese instante, abrió los ojos y tu corazón se paró en seco.
Unos ojos azules como el cielo te atravesaron como una lanza. Durante varios segundos os mirasteis sin mediar palabra hasta que él rompió el silencio.
— Xin chào —, pronunció con una voz grave.
Intentaste responder al saludo pero tus cuerdas vocales estabas paralizadas. Tus mejillas se tiñeron de rojo en segundos y lo único que pudiste hacer en ese momento fue salir corriendo.
Idiota, idiota, idiota.
Es la palabra que repites constantemente al acostarte desde hace tres meses. Desde aquel día te prometiste a ti misma que no volverá a ocurrir algo parecido y que la vergüenza no guiará nunca más tu vida.
Y allí estás hoy. Noventa días y noventa noches después, en el mismo lugar y a la misma hora. Esperando que “el blanco con ojos de sapo” que te dejó sin habla, cruce de nuevo el puente japonés.
Pasan los segundos, los minutos, las horas. Llega la oscuridad y comienzan a encenderse los farolillos de bambú y seda que decoran las fachadas mientras tú sigues esperando.
El murmullo de agua es lo único que escuchas desde la caída del sol. De repente, un sonido conocido te saca de tus pensamientos. ¡Pasos!
El corazón se te acelera y giras la cabeza rápidamente hacia una de las entradas del puente.
Allí está.
El criado más anciano de tu padre, su mano derecha, aparece en la penumbra. No hace falta que diga nada, su mirada lo dice todo.
Tu mejilla, la misma que hace tres meses lucía roja como la sangre por el rubor, es ahora un río de lágrimas.
— Idiota, idiota, idiota —, te repites sin consuelo.
La próxima vez. Quizá, la próxima vez.
Las calles, los farolillos, los comerciantes europeos, el puerto, el ao dai, el puente japonés y la familia Quan Thang. Todo es real en este cuento salvo la historia de amor truncada por la vergüenza.
Porque como dice el refrán: el que tiene vergüenza, ni come, ni almuerza.
Esto es Hoi An, la ciudad más bonita de Vietnam. El rincón de inspiración perfecto para soñar con mil historias como la que te he contado.
Después de esta intro, no creo que tengas muchas dudas sobre si incluirla o no en tu ruta. Seguramente, estés ya buscando como loca alojamiento para quedarte a vivir de por vida…
Vamos a meternos en canción con la info práctica: qué ver, cómo llegar y cómo exprimir al máximo tu paso de un día o dos (o media vida, quién sabe) por Hoi An.
¿Dónde queda Hoi An?
Sí, ya sé que sabes que Hoi An está en Vietnam pero, si te has fijado en el mapa del país, Vietnam es más largo que un día sin pan.
De punta a punta tiene 1650 km y Hoi An está en la zona costera central.
Mapa de Vietnam
Historia de Hoi An
Hoi An ha sido un pueblecito de pescadores desde hace tropecientos años. Claro, estando junto al mar… ¿a qué se iban a dedicar? ¿Al cultivo de patata alavesa? Pues eso, a pescar.
Con el desarrollo de la Ruta de La Seda les tocó la Primitiva. Hoi An se convirtió en uno de los principales puertos para la entrada y salida de mercancías como seda, porcelana, té y colmillos de elefante entre otros tantos productos de moda.
Esto atrajo a comerciantes de zonas cercanas, como chinos y japoneses, y a otros del quinto pino como franceses, portugueses y españoles.
Los vientos no siempre eran aptos para “echarse a la mar” por lo que muchos de estos comerciantes de los siglos XVII-XIX pasaban largas temporadas en el pueblito.
Y ya sabes la historia. Chico conoce chica…
- Comerciante del siglo XVIII: — Oye mamá que me quedo aquí unos meses más—.
- Madre de cualquier época histórica: — Pero bueno hijo, ¡y allí qué se come! Porque esa gente no sé… Seguro que no haces “chirgo de comidas” ¿Ya te pones el abrigo que te mandé?—.
- Comerciante del siglo XVIII: — Jode mamá, que sí. Por cierto vas a ser abuela, venga hasta la próxima carta…—.
Y así pasaba la vida.
Hoi An fue creciendo y las casas de los nuevos habitantes se construyeron a la moda europea, china y japonesa. Eso era un pueblo cosmopolita y no Nueva York.
En el siglo XIX llegaron las vacas flacas. El río Thu Bon que unía Hoi An con el mar de China se llenó de sedimentos impidiendo el acceso y la navegación de los barcos.
¿El resultado?
Hasta luego Mari Carmen. La gente se marchó a buscarse la vida.
Quizá te estés preguntando:
— ¿Cómo es posible que Hoi An haya sobrevivido a la Guerra de Vietnam?—
El casco histórico de la ciudad no fue alcanzado por ninguna bomba en los 20 años que duró el conflicto. No corrió la misma suerte su vecina Hué, totalmente devastada.
En el año 1999, la ciudad de las linternas, como se la conoce por los cientos de farolillos que iluminan sus calles, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
¿Cómo llegar a Hoi An?
Para llegar a Hoi An tienes tres medios de transporte:
- Avión. El aeropuerto de Danang (a una hora de Hoi An) es la opción más rápida. Te recuerdo que Vietnam es largo como un churro y los desplazamientos tienen “su aquél”. Desde el aeropuerto puedes coger un taxi hasta Hoi An por unos 20 dólares más o menos.
- Tren. Hoi An no tiene estación de tren pero sí su vecina Danang. Puedes llegar hasta allí y luego pillar un taxi que te acerque o un autobús.
- Autobús. A parte de los autobuses locales, existe una línea de buses turísticos mucho más modernos y rápidos, los “Open bus tours”. Una especie de billete-circuito con paradas en las que puedes pasar los días que quieras. Es decir, puedes comprar un circuito Hanoi, Hue, Hoi An, Ho Chi Minh, por ejemplo, y te quedas los días que quieras en cada ciudad. Como los famosos autobuses turísticos con paradas de las grandes ciudades pero a lo grande.
¿Qué tiempo hace en Hoi An?
Vietnam tiene un clima subtropical por lo tanto el “caloret” y la humedad están en el ambiente casi los 365 días del año.
Dentro de ese clima de sudoración constante, se distinguen dos estaciones:
- Estación seca: de enero a agosto.
- Estación lluviosa: de septiembre a noviembre/diciembre.
Durante la estación lluviosa, esta bonita ciudad costera se ve azotada por los monzones.
Si nunca has estado en Asia y no sabes qué es un monzón, te pongo en situación.
Imagínate estar metido dentro de la lavadora en un programa corto de lavado. Pues… más o menos lo mismo.
Sí, la lluvia dura poco rato pero… ¡la madre del cordero, qué manera de llover! Llueve lo que se dice: “a mala ostia”. Un chubasquerito te vendrá de perlas si viajas en esa época, hazme caso.
La mejor época para viajar a Hoi An son los meses de febrero a mayo ya que las temperaturas son más suaves que en verano, evitas las lluvias y gastas menos desodorante ?.
¿Qué ver y hacer en Hoi An en dos o tres días?
Hoi An se merece un par de noches o tres por lo menos. Yo me hubiese quedado a vivir allí unos meses la mar de a gusto pero la vida real me reclamaba.
Sé que después de la chapa que te he metido con la introducción, estás buscando como loco un listado facilongo de lugares imprescindibles.
Aquí va empaquetado en formato chuleta:
Centro histórico de Hoi An
Entrar en el casco histórico de Hoi An es como meterte en el coche de Regreso al Futuro con Marty MacFly pero viajando al pasado. No tendrás que imaginar cómo pudo ser esta ciudad vietnamita contemplando un pedrusco en medio de un secarral… No.
Todo está intacto. Como si el tiempo si hubiese detenido en algún momento del siglo XVIII (salvo por los tropecientos restaurantes y guiris).
Si además de patearte sus calles, quieres conocer el interior de algunas casas antiguas, tienes la opción de pagar una entrada. Se trata de una especie de “bono”, con una validez de 24 horas, que te permite visitar 5 de los 22 lugares visitables. El precio ronda los 4-5 euros. Si quieres entrar a más casitas y templos (a parte de los 5) puedes pagar la entrada de cada uno a parte.
Entre los lugares más destacados de la zona antigua que debes visitar sí o sí están:
Puente Japonés
Uno de esos rincones mágicos con el que te toparás sin querer es el Puente Japonés, también conocido como Cau Nhat Ban o Lai Vien Kieu (sí, súper sencillo de recordar…). El mismo puente en el que encontró el amor la prota de la intro. Cruzarlo no computa para la entrada pero sí entrar a la capilla o pagoda que tiene adosada en la mitad. No te olvides de visitarlo de día y de noche ya que la iluminación nocturna lo hace más bello si cabe.
Casas tradicionales
¿Quieres saber qué se siente al cruzar el umbral de una casa de mercaderes del siglo XVIII? Estás de suerte porque Hoi An está plagadita de estos tesoros. Entre ellas destacan las casas Quân Thắng (la casa de nuestra historia), Đức An, Phung Hung y Tan Ky.
Asambleas de mercaderes chinos
Los mercaderes chinos que vivieron en Hoi An se identificaban por la provincia de la que eran originarios, al estilo de las casas asturianas, extremeñas, etc. que hay repartidas por otras provincias españolas. Vamos, un lugar donde reunirse con “los tuyos” cuando estás lejos de tu hogar. De las 5 que existen, las más conocidas son Triều Châu, Quảng Đông, Phúc Kiến.
Capillas familiares y templos
Si quieres sentir la espiritualidad hecha arquitectura no te pierdas la capilla de la familia Tran (uno de los lugares más hermosos de Hoi An), la capilla de la familia Nguyen Tuong o los templos Cam Pho y Quan Công.
Tour nocturno por Hoi An
Si recorrer la ciudad a pie o en bici durante el día es “puturrú de foie” para los sentidos, ¡imagínatela por la noche!
Cada calle está iluminada por los farolillos de seda que penden de los porches de caoba… sin palabras.
CURIOSIDAD. El 14 de cada mes se celebra en Hoi An la “noche legendaria”. Tranqui, no se trata de una reunión de moteros ataviados con chupas de cuero conocidos como “los dioses del infierno”… NO. Durante la noche legendaria, el casco antiguo tan solo está iluminado con las luces de los farolillos. Nada de lámparas de LED ni modernidades por el estilo. ¡Como para no sentirte en mitad de una peli!
Paseo y ofrenda por el río Thu Bon
Una de las experiencias más mágicas que viví en mi visita a Hoi An fue el paseo en barca por el río Thu Bon al atardecer.
Las barcas son privadas por lo que tan solo estaréis tú, tu acompañante (si viajas en pareja o con amig@s) y el dueño. El barquero te entregará una vela dentro de una cajita de cartón para que la enciendas al anochecer y hagas tu ofrenda depositándola sobre las aguas del río.
Sí, es turistada y lo que quieras pero está muy guay.
Rebozamiento en la playa de Cua Dai
¿Sabes ese momento en el que llegas a la playa y aquello parece una ilustración de Dónde está Wally?
Pues eso no te va a pasar en Cua Dai. La “playita” tiene 30 km de longitud así que no hay peligro de pisarle la cabeza a nadie al echar la toalla.
Para llegar hasta ella (está a 5 km de la ciudad), lo mejor es alquilar una bici.
No te olvides de llevar la cámara para fotografiar las curiosas embarcaciones de los pescadores vietnamitas llamadas thung chai. ¿Que cómo son?
Piensa en un coco gigante. Pártelo por la mitad. Barca terminada.
Barca tradicional vietnamita
¿Qué hacer en Hoi An cuando llueve?
Son dos experiencias que quizá no te plantees realizar si visitas Hoi An con solazo (o sí) pero que molan mucho y seguro que te dejan un recuerdo imborrable.
Ay, ay, ayyy… ¡cómo jode estar de vacaciones con ganas de patearte cada rincón de una nueva ciudad y que comience a jarrear!
Tienes dos opciones: amargarte vivo o tomártelo con humor.
Para estas ocasiones, hay dos actividades de interior que te recomiendo:
- Curso de cocina vietnamita
- Curso de creación de farolillos de colores.
¿Qué visitar cerca de Hoi An?
Supongamos que ya conoces Hoi An mejor que el recorrido a tu cuarto de baño en mitad de la noche.
¿Qué más puedes ver en los alrededores? Apunta, apunta:
- Ruinas My Son. Se trata de un conjunto de templos hinduístas (sí hinduistas como en La India, no me he liado) situados a 70 km de Hoi An. Durante la Guerra de Vietnam los dejaron finos filipinos pero son Patrimonio de la Humanidad y merece la pena una visita.
- Rutas en bici. Hay muuuuuchas rutas en bici para todos los niveles y no tienes que ser Induráin para poder realizarlas ya que el desnivel es mínimo. No te puedo contar mucho más porque no tuvimos tiempo para hacer ninguna pero te dejo el enlace a un blog que te habla de ello la mar de bien.
- Marble Mountains. Situadas a 20 km al norte de Hoi An, estas 5 formaciones de mármol están plagadas de cuevas, pagodas, laberintos y capillas escondidas. Para visitarlas con una mañana o una tarde es suficiente.
¿Dónde dormir en Hoi An?
En Hoi An tienes opciones para todo tipo de viajeros, desde hostales pequeñitos a hoteles boutique.
Yo me alojé en el Hoi An Historic Hotel. El hotel está bastante bien en relación calidad precio (unos 60€ la noche con desayuno). Como punto fuerte destacaría la cercanía al casco histórico ya que en 5 minutos te plantas allí.
¿Dónde comer o cenar?
Hay muchos, muchos, muchos restaurantes y bares “cuquis” en las calles del centro.
No recuerdo los nombres de ninguno en concreto ya que íbamos a salto de mata para grabar el programa (que puedes ver al final del artículo), pero te dejo el listadito de los mejores restaurantes de Hoi An de nuestro querido TripAdvisor aquí para que eches un ojillo.
Eso sí, pruébalo todo y no te limites a la pizza. La comida vietnamita está para chuparse los dedos y es mucho más que los rollitos vietnamitas que te comes en el chino de debajo de tu casa.
Dos de los platos más típicos son:
- Pho: una sopa a base de fideos de arroz, ternera o pollo, cilantro, cebolla, jengibre, anís estrellado, brotes de soja, salsa de pescado y un poco de chile. Existen dos versiones, el pho bo con carne de ternera y pho ga con pollo.
- Rosas blancas o banh bao: una especie de raviolis con forma de pétalos de rosa, realizados con harina de arroz y rellenos de gambas o carne picada. 11
Si quieres hacer un viaje parecido al nuestro, pásate por cualquier agencia de B the travel brand y echa un ojo a las posibilidades que te ofrecen para conocer Vietnam.
Mientras tanto… ponte cómoda, dale al PLAY y disfruta viendo Viajeras con B Vietnam desde tu sillón.
Si prefieres seguir leyendo cositas de Vietnam, aquí tienen un artículo sobre la bahía de Ha Long.